El desgarro del paisaje está lejos.
Dentro de mi boca guardo el silencio.
Paseo entre los árboles
y juego con las delicadezas que atrapan mis manos.
Construyo rompe cabezas-uno más pequeño que el otro.
La punta de mis dedos tocan las cortezas;
ya da lo mismo el cemento.
Ahora la respiración es profunda
protege el estiramiento de mi espalda.
Estoy asustada de este sabor, trato de arrancarlo de mi lengua,
pero mis uñas nunca has sabido ser sutiles.
El sabor es metálico.
El frío de un amanecer gris,
cierro los ojos y llega el viento
mis pestañas vuelven a estar mojadas.
Esta disonancia quita el temor, desnuda el verdadero aroma,
me regala certezas y hace nacer las sonrisas que están más allá de las gotas;
cubiertas con polvos de abandono
Dibujar en la tierra los secretos de cada pálpito.
El tiempo se burla de las líneas demasiado puras
las llena de hojas secas
Los ojos un poco rotos, siguen las raíces del aromo casi en flor.
Sabré respetar las caídas.
Texto 2001/ Imagen: Fotografía análoga 2001
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